viernes, 11 de junio de 2010

11 de Junio

Hoy hace tres años entre mis manos se estremecía un cuerpo que temblaba a cada rose de mis dedos. Con brillantes ojos me mirabas sin decir nada. "este soy yo" dije para romper el silencio sin atreverme a tocar la delicada belleza que rodeaba tu ser, cual si se tratara de una fina figura de cristal, un espejismo que se desvanecería, un sueño del cual despertaría si me atrevía a cruzar el portal que separa a la fantasía de la realidad.



Sumergido entre discusiones internas, sin saber que hacer, me tomaron por sorpresa tus brazos que me rodearon de improviso. Tu cabeza sobre mi pecho, tu aroma junto a mí. En ese momento todo fue claro, te abracé con la delicadeza que dedicaría a un recién nacido, sumergí mi rostro entre tu cabello y cerré los ojos pronunciando frases de amor.


Ese fue el comienzo, sobre las escalinatas que conducen a las entrañas de la tierra quedó marcado un destino, un sueño del cual algún día tendría que despertar.


Ese día conocí tus labios y tu piel, tus ojos y tu aroma. Ese día me enamoré de ti.


El sol brillo sobre nuestras cabezas y nos encontró tomados de la mano. Avanzó lentamente por los cielos sin mirar que nos separásemos una sola vez. Paseando por entre fuentes repletas de vida, caminando sin ningún rumbo cierto, charlando, riendo, enamorándonos, intercambiando besos que se metían en mis entrañas y se adueñaban de mi corazón.


El día termino, pero el sueño continuó.


Trágica ironía que fuera durante el día cuando me sumergí en aquel sueño, y fue durante la noche que el destino me despertara de él.


A escasos metros de ti y sin poder verte, esta vez eran mis manos las que temblaban al sostener palabras de amor que iban destinadas a las sombras, que con sigilo se escabullían de mí para refugiarse en un corazón desconocido. Tus caricias buscaron otra piel, tus besos buscaron otros labios, tu cuerpo se estremeció en otro lecho.


No hubo furia ni resentimiento, en mi pecho solo había lugar para el dolor, para el llanto. El sueño que quería vivir por la eternidad se desvaneció y yo, triste soñador que no quería despertar, me encuentro aquí, en vigilia aun, temiendo recordar, temiendo volver a dormir, temiendo volver a soñar.

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