martes, 27 de julio de 2010

La Luciernaga

La mañana trae consigo el canto de las aves que parten del nido en busca de alimento, criaturas de todas las formas y colores surgen de sus madrigueras a respirar el fresco de la mañana, por el aire vuelan ya insectos de brillantes matices que refulgen con el brillo del sol.

Un mundo nuevo se despierta y otro bosteza para ir a dormir. Refugiados en rincones oscuros las criaturas nocturnas descansan a la espera de su turno para recorrer montes y valles, montar sobre el viento y poblar el mundo de oscuridad que para ellos está deparado.

Allá un tecolote ronca apaciblemente sobre las vigas del campanario, ratones y lagartijas se refugian entre las grietas y una serpiente ha encontrado un buen escondite bajo las raíces de un árbol.

Pero hay una criatura que no duerme, una pequeña luciérnaga contempla el amanecer con júbilo y se posa en una flor mirando al gigantesco astro avanzar poderoso, implacable, por el cielo que se tiñe de azul ante su majestuosidad.

Mientras, sus hermanas duermen apacibles. Aquella diminuta criatura mira al mundo iluminado por tan grandiosa luz y se pregunta: ¿Cómo es posible que exista un brillo tan intenso que arranque mil colores de todo aquello que toca? ¿Que sea capaz de crear sombras que juguetean persiguiendo a cada objeto y cada criatura? ¿Que no solo ilumine a la vista, sino también al corazón con tan reconfortante calor?

Cuando el Sol se marcha para llevar su luz a aquellos que en la oscuridad esperan su llegada, la luciérnaga le despide, maravillada de los tintes escarlata de los que se pintan las nubes que corren tras él cual serpentinas que arrastra una cobriza carroza.

Tras dormír un poco y recuperar sus fuerzas, la pequeña luciérnaga se une a sus hermanas que danzan en la noche formando constelaciones, danzando en el nocturno viento mientras cantan su dicha a la oscuridad.

Todas encienden y apagan su abdomen en bellísimos destellos luminosos de tal naturaleza que muchos les confunden con graciosas hadas que vuelan entre la hierba que duerme la siesta a mitad del campo.

Pero en su afán por imitar al sol, aquella luciérnaga se ha esforzado y ha conseguido evitar que su luz se apague, manteniendo su brillo blanco encendido toda la noche, para envidia y fascinación de sus hermanas que, al aplaudirle su hazaña, se preguntan cual será la secreta motivación que le lleva a esforzarse de esa manera.

Con humildad, ella rechaza los elogios, pues sabe que aunque su brilo destaca de entre las demás luciérnagas, este no se compara en lo mas mínimo a la belleza y majestuocidad que trae consigo el Sol.

Es así que al terminar la danza ella se aparta a un oscuro rincón en donde, en soledad, enciende su luz tanto como puede, pues quiere algún día poder desplegar un solo rayo de luz que sea capaz de iluminar una flor, de despertarla, de darle una juguetona y fugaz sombra que se extinga tan pronto como el rayo de luz haya cesado.

Las estrellas, grandes admiradoras de aquella danza que las luciérnagas llevan a cabo cada noche, le conocen bien y admiran los esfuerzos de aquella pequeña que quiere brillar tanto como el Sol, pues la ven cada noche brillando tanto como puede, al amanecer la ven recibir al sol y al atardecer la encuentran allí, despidiendo al magnifico astro.

Entre celestiales miembros, esta historia llega a conocimiento de la Luna, quien en confabulación con las estrellas idea un plan para dar a aquella criaturita la oportunidad de ser la luz mas brillante sobre el mundo.

Así que un día, justo cuando el sol resplandecía sobre las cabezas de todos, la luna se vistió con un manto de oscuridad para que nadie la reconociera y fue a interponerse en el camino del Sol, bloqueando toda la luz y sumiendo al mundo en la oscuridad.

El cielo, confundido y asustado, se tiñó de negro, despertando a las estrellas que miraban con fascinación como la luna, disfrazada de oscuridad, hacia del día noche.

Las criaturas diurnas entraron en pánico, ¡Alguien les había robado el Sol!. Las aves confundidas no sabían a donde volar, los perros aullaban tristemente, millones de mariposas se escondieron tras los pétalos de la flor más cercana que encontraron. El barullo fue tal que incluso algunas criaturas de la noche salieron de su escondite para averiguar que pasaba.

La Luna estaba complacida con su obra y busco con la mirada a la pequeña luciérnaga esperando verla feliz por tener su oportunidad.

Pero al encontrarla en sus ojos había miedo. Aunque la luciérnaga envidiaba al Sol por poseer el brillo más perfecto que ella hubiese conocido jamás, también le amaba, y el ver como su luz se apagaba le llenaba de miedo al igual que todas aquellas criaturas.

Ella era una criatura nocturna que no temía a la oscuridad, a diferencia de todas las criaturas diurnas que no habían tenido tiempo para buscar refugio y gritaban enloquecidas.

"¡El mundo necesita luz!" se dijo a si misma y voló hacia lo alto encendiendo su abdomen tanto como podía, intentando aliviar un poco la pena de quienes sufrían por la perdida del sol.

Fue así que muchas criaturas pudieron ver una pequeña estrella que iluminaba débilmente allí donde alguna vez estuvo el sol.

Pero al llegar tan alto la luciérnaga pudo reconocer a la luna detrás del manto negro.

-¿Porque haces esto?- pregunto la luciérnaga.


-Oh, pequeña mía, todo esto es por ti- respondió la L
una sonriendo desde debajo de su manto -ahora eres la luz mas hermosa y potente de todo el mundo y, donde alguna vez brillara el Sol, ahora tu luz iluminara-

Pero si la luna esperaba agradecimiento por parte de la luciérnaga, se habrá decepcionado al ver que en sus ojos había ahora enojo, que su abdomen ahora brillaba con tal fuerza que débiles sombras se dibujaron allá donde la luz tocaba algún objeto.

-¡Si algún día he de brillar mas que nada en el mundo!- dijo enfadada la luciérnaga -¡Quiero que sea porque realmente me lo merezco!, ¡No por haberle quitado su luz a quien es mejor que yo!-

La Luna no supo como responder, estaba realmente apenada, discretamente se deslizó quitandose del camino del Sol, se fue a esconder detrás del horizonte donde lloro el resto del día y no volvió a salir hasta varias noches después.

Al verde nuevo al Sol la luciérnaga se sintió feliz, desde las alturas pudo ver como todas las criaturas se tranquilizaban y volvían a su vida normal, así que descendió hasta la flor mas cercana, un girasol, donde se recostó, pues se encontraba exhausta y adolorida por el esfuerzo, quedándose profundamente dormida.

La flor de girasol le arropo en sus pétalos y guardo sus sueños pues, como todos los girasoles, estaba mirando hacia el Sol cuando todo comenzó y pudo ver el hermoso brillo de la luciérnaga iluminar al mundo, escucho cada palabra de su discusión, admirando el coraje y el esfuerzo de la luciérnaga.

Por sus raíces los girasoles contaban la historia de la luciérnaga a toda planta que deseara escucharla, y los arboles repitieron con sus hojas la historia al viento que jugueteaba con sus ramas. Rápidamente las aves compusieron canciones alabando la valentía de la luciérnaga y un pichón salvo su vida contandole la magnifica historia al águila que estaba a punto de devorarla.

El águila se elevo por los aires mas allá de las nubes hasta llegar muy cerca del Sol, desde allí grito la historia tan fuerte como pudo, esperando a que el astro la escuchara pues el Sol parecía confundido por todo lo sucedido.

Fue así que en un rayo de luz el Sol pregunto a los girasoles donde se encontraba aquella valiente criatura y uno de ellos desenvolvió sus pétalos, dejando ver a la luciérnaga que aun dormía profundamente.

Cuando la luciérnaga despertó se sorprendió al ver que ya no se encontraba en el mundo, sino que ahora viajaba por el frío espacio montada sobre la primera estrella de la noche.

-Al fin despiertas- dijo la estrella -descansa un poco mas... ya casi llegamos-

-¿A donde me llevas?- pregunto la luciérnaga

-Antes de marcharse el Sol me pidió que te dijera que admira el gran esfuerzo que haces cada día para mejorar mas y mas, que admira la bondad de tu corazón al darlo todo por aquellas criaturas que aunque no pertenecían a tu mundo estaban sufriendo por la falta de luz, tu valor para enfrentarte a la Luna... en fin, el Sol dijo que tienes todo lo que se necesita para convertirse en un Sol muy hermoso, así que me pidió que te llevara hacia la gran nebulosa para que te enseñen a brillar incluso más que él-

La estrella condujo a la pequeña luciérnaga hasta la gran nebulosa en donde nacen los soles. Allí se encuentra ahora, aprendiendo los mas grandes secretos del universo, luchando a cada instante por brillar mas y mas para así, algún día, convertirse en la estrella mas hermosa del universo con una luz que ilumine a mil mundos.

jueves, 24 de junio de 2010

Labios

Labios que pronuncian mi nombre, labios que me llaman, labios que apacibles guardan el aliento de quien reposa entre mis brazos.

Mi corazón me llama a tomarlos, a apoderarme de ellos en un desvelo de locura, a arrancarles el pudor y a saciar en ellos la nostalgia del amor.

Deseo beber de su néctar cada instante, a cada momento de esta insulsa existencia.

Pero los pétalos de la más delicada de las flores jamás pueden ser tocados, pues quien se atreva a rozarle con la más delicada de las caricias traerá a su belleza la ruina y a su existir el final.

Esos labios me son prohibidos, pues si oso acercarme a ellos romperé aquella flor, desojaré cada pétalo que enmarca su belleza y ésta se marchitará poco a poco hasta que el tallo marrón deje de sostenerse en pie, y sea el viento quien termine su trabajo arrancándole trozos que se llevará volando allá onde yo no pueda encontrarlos, allá donde no podré volver a hacerle daño jamás.

Labios dulces, besos prohibidos que habitarán por siempre en mi imaginación. Contemplando desde la lejanía, acercándome tanto como su esplendor me lo permita, tanto como la razón me haga apartarme, buscando nunca jamás dañar aquella belleza que alguien, en su afán por conquistar lo inconquistable, ha dejado caer en este lugar donde las sombras acechan y donde la soledad es prisionera de su propio porvenir.

viernes, 18 de junio de 2010

De Noche en la Ciudad

La noche se cierne sobre la gran ciudad, autos con luces encendidas circulan por calles vacías con rumbo desconocido, un indigente camina por las calles buscando un sitio para dormir y las nubes en el cielo se pintan de un tenue carmesí, deslumbradas por los astros artificiales que forman geométricas constelaciones en la tierra.

El viento no sopla, las estrellas se refugian entre las tinieblas, intimidadas por la belleza de la ciudad.

Porque de noche es cuando la belleza de la gran urbe cobra su máximo esplendor, cuando las casas son habitadas por familias que descansan en paz, cuando las avenidas no están congestionadas, cuando entre las calles se respira soledad y silencio.

De noche siempre hay un lugar a donde ir si tienes el dinero suficiente para ello, si no lo tienes entonces cualquier lugar es tan bueno como el anterior.

Durante el día el sol brilla para todos, durante la noche las luces del alumbrado publico no distinguen entre las personas y brindan su luz a quienquiera que desee dirigir sus pasos debajo de ellas.

Allá, en la esquina, un semáforo se retira a dormir, dejando solo una parpadeante luz amarilla que reza: "Aunque las calles estén desiertas, ten cuidado".

Entre los arbustos del camellón una joven pareja se oculta, enfrascados en su embelesamiento y buscando un rincón mas privado.

Una ambulancia enciende su sirena y parte a toda velocidad, perdiéndose entre las calles que se iluminan con sus destellos azules y escarlatas, un grupo de trabajadores, agotados, abandonan la estación del metro que esta por cerrar y suben al autobús, dormitando mientras el vehículo avanza sigiloso en la oscuridad, llevando a cada uno de sus agotados pasajeros de vuelta a casa.

Un taxista bosteza, una mujer en minifalda se acerca a un vehículo que se ha detenido ante ella, un par de policías duermen al interior de una patrulla, un perro despierta y ladra a un desconocido que osa avanzar por enfrente suyo, una mujer envuelta en lágrimas recorre las calles llevando un bebe en sus brazos y un restaurante brilla dejando ver mesas vacías y personas solitarias que solo piden un café, un antro guarda montones de adolescentes ebrios....

Me detengo por un momento sobre el puente antes de dirigir mis pasos hacia las calles que me conducirán a mi hogar. Contemplo fascinado la paz, la belleza, la perfección que adquiere la capital ahora que el sol no asedia sus calles.

Por un momento deseo que el sol nunca regrese, que quienes ahora duermen sueñen para siempre, que las luces nunca se apaguen, que esta belleza sea eterna y que yo pueda quedarme aquí, petrificado cual gárgola que adorna lo alto de un muro, contemplando por siempre la belleza de esta gran ciudad.

Imagen Propiedad de: Joaquin Rangel Quintero

viernes, 11 de junio de 2010

Hada

Tristeza, soledad, dolo, llanto, locura...

Un hombre que pierde sus sueños lo ha perdido todo, un hombre que vive sin sueños no está vivo. Sumido en el abismo que arrastra a la locura las sombras envolvían mi corazón y mi mente, demasiado confusa como para responder, se dejaba arrastrar dócilmente, entregando su razón a cambio de algo de paz.

Un recuerdo me llamó, un fugaz momento, unas simples palabras que rezaban "cuando me necesites...."... y justo era el momento de pedir auxilio. Entre la desesperación, entre la locura pronuncié tu nombre y tu presencia acudió hasta mí. Hermosa aparición que insuflara esperanza a mis atormentados ojos.

Con paciencia escuchaste mi llanto y guardaste silencio, respetando el dolor. Me tomaste de la mano y me llevaste hasta donde pudiera contemplar el mundo que se extendía más allá de la oscura cueva donde mi pesar me había enclaustrado.

Alegremente corriste por las campiñas doradas llamándome desde la lejanía, invitándome a ir tras de ti. Con pasos torpes me aventuré, miré ese nuevo mundo, un mundo dotado de realidad que no existía en el sueño de donde fui arrancado sin haberlo deseado.

Sostuviste mi mano en cada caída que mis torpes pies me propinaban y siempre sonreíste, a pesar de que el lacerante dolor no era ajeno a tus propios sentimientos.

"¿Porque caminar?" pregunté en algún momento y no respondiste, solo me miraste sonriente. Fue entonces que me diste el mayor regalo que jamás nadie me hubiese dado jamás: me diste una razón para existir, una razón que nada tenía que ver con el amor, con la gloria o con el destino, una razón que dictaba solamente vivir porque se desea vivir.

Y así, graciosa criatura, devolviste una sonrisa a mi rostro, con etereas caricias subsanaste mi corazón y me diste aliento para seguir, de frente y adelante ¿Hacia donde?... no lo sé, eso no es importante, solo quiero seguir caminando hacia donde me lleven los pies.

Gracias preciosa criatura, gracias hermosa dama, gracias gentil hada que a momentos aun brilla para mí con su delicado andar.

11 de Junio

Hoy hace tres años entre mis manos se estremecía un cuerpo que temblaba a cada rose de mis dedos. Con brillantes ojos me mirabas sin decir nada. "este soy yo" dije para romper el silencio sin atreverme a tocar la delicada belleza que rodeaba tu ser, cual si se tratara de una fina figura de cristal, un espejismo que se desvanecería, un sueño del cual despertaría si me atrevía a cruzar el portal que separa a la fantasía de la realidad.



Sumergido entre discusiones internas, sin saber que hacer, me tomaron por sorpresa tus brazos que me rodearon de improviso. Tu cabeza sobre mi pecho, tu aroma junto a mí. En ese momento todo fue claro, te abracé con la delicadeza que dedicaría a un recién nacido, sumergí mi rostro entre tu cabello y cerré los ojos pronunciando frases de amor.


Ese fue el comienzo, sobre las escalinatas que conducen a las entrañas de la tierra quedó marcado un destino, un sueño del cual algún día tendría que despertar.


Ese día conocí tus labios y tu piel, tus ojos y tu aroma. Ese día me enamoré de ti.


El sol brillo sobre nuestras cabezas y nos encontró tomados de la mano. Avanzó lentamente por los cielos sin mirar que nos separásemos una sola vez. Paseando por entre fuentes repletas de vida, caminando sin ningún rumbo cierto, charlando, riendo, enamorándonos, intercambiando besos que se metían en mis entrañas y se adueñaban de mi corazón.


El día termino, pero el sueño continuó.


Trágica ironía que fuera durante el día cuando me sumergí en aquel sueño, y fue durante la noche que el destino me despertara de él.


A escasos metros de ti y sin poder verte, esta vez eran mis manos las que temblaban al sostener palabras de amor que iban destinadas a las sombras, que con sigilo se escabullían de mí para refugiarse en un corazón desconocido. Tus caricias buscaron otra piel, tus besos buscaron otros labios, tu cuerpo se estremeció en otro lecho.


No hubo furia ni resentimiento, en mi pecho solo había lugar para el dolor, para el llanto. El sueño que quería vivir por la eternidad se desvaneció y yo, triste soñador que no quería despertar, me encuentro aquí, en vigilia aun, temiendo recordar, temiendo volver a dormir, temiendo volver a soñar.

martes, 25 de mayo de 2010

Esperanza


El tiempo últimamente no me ha dado buenos momentos,
la distancia no me permite ver hacia el horizonte,
y la gente no muestra lo que su alma irradia,
el mar lleva entre las olas todos los sueños abandonados...
y el sol da un nuevo día a la espera de recibir a cambio
miles de sonrisas de todos aquellos que han perdido una ilusión.


La gente habla, llora, grita, pero a la vez no dice nada...
Sé que dentro de poco todo va a cambiar,
quizá llegará alguien con quien pueda volver a creer,
reír,soñar, cantar, contemplar el amanecer y amar.




Muchas veces me he encerrado en un mundo donde no existe nada,
donde he olvidado sentir a la brisa acariciar mi cara,
donde no puedo escuchar al viento cantar melodías fantasticas
y donde las gotas de lluvia no golpean mi ventana.


Pero el tiriteo de las estrellas me hacen volver a la realidad,
El futuro se aproxima y algún día volveré a aquel lugar
donde la luna llena resplandece, donde hay personas que aún creen en mi,
que están en los momentos buenos y que por siempre ahi permanecerán...



Paoz~*

This is how the magic happens~*


Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no se arriesga
a vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.

Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú, quien evita una pasión,
quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las “íes” a un remolino
de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos,
sonrisas de los bostezos , corazones a los tropiezos y sentimientos.

Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo,
quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño,
quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.

Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música,
quien no encuentra gracia en si mismo, quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente quien pasa los días quejándose de su mala suerte
o de la lluvia incesante, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo,
no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo
cuando le indagan sobre algo que sabe.

Evitemos la muerte en suaves cuotas,recordando siempre que estar
vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar.
Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida
felicidad...

Love you <3 Paooz~*

viernes, 21 de mayo de 2010

Princesa sin Reino

Sentados frente al mar, contemplando las olas que arremeten contra las rocas y que bañan el arena a lo largo de la playa, hay un caballero sin armadura, un hada en busca de un sueño, una pequeña niña con un gran secreto y una princesa que ha perdido su reino.

El canto de la reina del mar a cesado y las aguas saladas murmuran aun los sollozos de su última canción, rompiendo en blanca espuma su propia tristeza que se ahoga entre el crepitar de la blanca espuma.

De pronto las  aguas se agitan con estruendo. De las inquietas aguas un par de alas negras emergen y sostienen en el aire al dragón que ha surgido de las profundidades. Larga cola, extenso cuello y grandes ojos azules lleva entre las fauces un enorme pez que se sacude aun con la vaga esperanza de volver con bien al agua.

Las hermosas escamas negras brillaron ante el reflejo del sol cuando el dragón se acercaba a sus espectadores, quienes maravillados contemplan el arcoiris que se forma a su alrededor, producto de las gotas de agua de mar que habían sido despedidas durante el surgimiento del dragón.

Posándose sobre la playa el dragón deja caer a su presa y agita las alas, sacudiéndose el agua salada de las membranas moradas que cubren el espacio entre los negros apéndices que vigorosamente se desprenden de los largos brazos del dragón.

El caballero se levantó de la arena y caminó hasta el dragón, sus acompañantes le siguieron charlando entre ellos y comentando sobre el tamaño de la pesca que el dragón había conseguido.

Solo la niña miraba con algo de repulsión el obsequio de aquella bestia comentando:

-Hay que lavarlo bien, tiene baba de lagartija-

-¡Su baba es mucho más limpia que la tuya!- Objetó la princesa con furia comenzando una guerra de miradas entre las dos féminas.

Levantando por la cola a la presa que aun luchaba por respirar, el caballero se interpuso entre las dos mujeres.

-Lo lavaré bien, por muy limpias que estén sus babas no me gustaría tener saliva ni de él ni de ustedes dos sobre  mi comida-

Todos rieron con la broma olvidando su enojo. El caballero cocinó al pescado en el hogar que la niña y el hada encendieron. La princesa acariciaba al dragón mientras este se acurrucaba cerca de la hoguera y se quedaba dormido reposando el manjar que seguramente se habría dado entre las aguas del mar.

El sol se marchó hacia el horizonte y las estrellas contemplaron el fuego encendido donde los amigos consumieron la cena. Con el fuego por testigo y las miradas sobre ella, la princesa contó su historia.

Había una vez un reino lejano donde todo era perfecto. La paz era interrumpida por esporádicas guerras que mantenía ocupados a los hombres. Abundantes cosechas, juglares cantando por las calles de un pueblo que se extendía a las afueras del blanco castillo.

Cúpulas suavizadas en dorados tonos, almenas decoradas con los grabados de flores y querubines. Murallas revestidas de mármol y estatuas de marfil adornando los pasillos hacían de la fortaleza uno de los palacios más hermosos que existieran en aquella parte del mundo.

En el interior de la imponente fortaleza dos reyes regían con fuerza y sabiduría, guardando de su pueblo con tanto celo como lo hacían de su única hija.

La princesa crecía feliz entre los jardines floreados que para ella fueron sembrados dentro de las murallas del castillo. Su belleza alegraba los corazones de quienes le rodeaban. Hermosa y desafiante, la princesa no se quedaba siempre en el castillo. Eran famosas las habilidades de la pequeña doncella para escaparse de sus niñeras y a veces se le veía caminando por las calles del pueblo donde los aldeanos le sonreían y cuidaban de ella dejando que paseara libremente entre ellos.

Jamás existió una princesa más amada por su pueblo que aquella pequeña niña de dorados cabellos que corría de un lado a otro del pueblo escondiéndose de los guardias que jugaban a atraparle para llevarla de vuelta al castillo.

Otras veces la princesa era vista paseando por los bosques al oeste de la muralla, recogiendo flores o frutas silvestres. En uno de esos paseos fue cuando encontró el cuerpo de un hombre ensangrentado que clamaba por ayuda.

 No pasó mucho tiempo entre ese encuentro y el arribo de la hechicera del castillo a quien la princesa condujera por los secretos pasadizos del castillo para poder llegar rápidamente ante el hombre moribundo.

Sin embargo las heridas y quemaduras provocadas por los dragones son profundas y difíciles de curar. La hechicera solo pudo calmar el dolor del hombre mientras agonizaba con el uso de algunas hierbas y encantamientos. Cuando el hombre murió aun aferraba con fuerza un objeto redondo ynecro... el huevo de un dragón.

Nunca se supo el nombre de aquel hombre que se atreviera a penetrar en el nido de un dragón y robar un huevo. Fue sepultado en el cementerio del pueblo y la princesa colocó una flor amarilla sobre su tumba.

La hechicera se apropió del huevo con la intención de preparar algunas pócimas que solo había visto en libros pero que a falta del ingrediente principal nunca había podido preparar. Pero cuando volvió a la habitación llena de aparatos alquímicos el huevo había desaparecido junto con algunos libros que hablaban sobre esas fabulosas criaturas.

Obvia es la furia que inundó a la hechicera por semanas, hasta que alguien descubrió los libros ocultos en un hueco detrás de una fuente, y unas semanas después se descubrió que la princesa tenía una nueva mascota: Un pequeño dragón negro de ojos azules que le seguía a todas partes como si de su madre se tratara. A los reyes e incluso a la hechicera les maravilló la astucia de la pequeña para cuidar al huevo y mantener por días escondida a la criatura hasta que esta aprendió a caminar tras ella.

Los años pasaban y tanto la pequeña princesa como el dragón negro crecían en belleza y tamaño. La hermosa princesa fue conocida como "La princesa del dragón" y, aunque la gente temía a la poderosa criatura, todos confiaban en que su amada princesa le mantendría siempre bajo su control. Los enemigos del reino se replegaron, la guerra no volvió a acechar al reino y el dragón se ganó el cariño de los pobladores.

Al no tener herederos varones y sintiendo el peso de la edad sobre sí, los soberanos de aquel reino decidieron casar a su hija con un noble príncipe cuyo valor, decencia y sabiduría le traían fama por todas las tierras. Considerándole merecedor del trono de su reino y del amor de su hermosa hija ofrecieron la mano y este aceptó de buen agrado, pues famosa era la belleza , coraje y sabiduría de aquella noble dama. Ella por su parte, conocedora de las responsabilidades que tenía para con su pueblo, aceptó este matrimonio aunque jamás hubiese conocido a quien sería su esposo y soberano.

Los convites fueron acordados para que ambos príncipes se conocieran. Las mesas estaban preparadas, todo el pueblo fue invitado al banquete y recibieron con alegría, vitoreando a príncipe y reina madre cuando estos descendían del carruaje que los llevó hasta el reino.

Se sirvieron los alimentos y ambos príncipes se sentaron juntos, charlando amenamente sobre multitud de temas, sonriendo y viendo nacer un pequeño cariño entre los dos. Los soberanos y el pueblo veían con agrado el surgimiento de lo que podría ser una gran historia de amor.

Una sombra cubrió los cielos y el poderoso dragón negro descendió con un rugido en un claro para él reservado en el patio del jardín, custodiado por quince guardias.

Las personas del pueblo señalaron con alegría al dragón y algunos se adelantaron a arrojarle pedazos de carne que la formidable criatura cogía en el aire con saña, engulliéndolos casi al instante sin masticar.

Los guardias del príncipe se atemorizaron al ver las enormes alas cuya envergadura doblaba fácilmente la estatura de cualquiera de ellos, pero valerosos se mantuvieron a lado de su señor y amigo. La princesa pidió disculpas y se levantó de la mesa para correr hacia el dragón, rogando a los aldeanos que no le arrojaran más comida, pues el dragón no se encontraba en buen estado de salud. El dragón bajó la cabeza a la altura de la princesa y esta le acarició la cresta susurrándole unas palabras. El dragón se acurrucó y no tardó mucho en quedarse dormido.

El príncipe miraba con fascinación la escena, sintiendo una enorme admiración por la princesa del dragón, sintiendo en su pecho la emoción y el deseo por saber más de tan formidable dama. Un paje se aproximó para susurrarle algunas palabras al oído, la sonrisa del príncipe se esfumó y su atención giró por completo a su madre cuyo rostro había perdido todo color.

Dos días permaneció la reina madre encerrada en su habitación. Aunque ella se había dicho a sí misma que estaba lista para ello, la visión del dragón sobre el cielo fue demasiado para su valor. El terror que le provocaba aquella terrible criatura era superior a todas sus fuerzas y no pudo evitar pasar por aquella vergonzosa escena durante el banquete.

El príncipe de desconsolaba viendo a su madre pedirle perdón por lo sucedido. Él la reconfortaba y la princesa le acompañó en aquellos momentos asegurándole lo inofensiva que era aquella criatura. La reina madre relató ante la pareja algunas historias de su niñez, cuando un gran dragón asoló sus tierras y ella quedó atrapada entre los cuerpos calcinados de los guardias que dieron su vida por protegerla. Ambos escucharon con pena aquel relato y comprendieron los sentimientos de la anciana mujer.

-No se preocupen por mí- decía ella -ustedes tienen derecho a ser felices. Yo me quedaré a vivir en el castillo que construyó mi esposo y mandaré a construir una cabaña a donde poder acudir cuando ustedes necesiten pasar una temporada en el reino-

Pasaron los días y el príncipe se mantenía distante, pensativo. Cuando la princesa cuestionó  a su prometido sobre el motivo de su preocupación, este le habló con dulzura y sinceridad.

-Es por el dragón, sé que lo amas pero... yo también amo a mi madre y verla en ese estado me hace tener que tomar una decisión muy difícil... Espero que me entiendas, pero he de poner como condición a nuestro matrimonio que el dragón no viva con nosotros... Puedo encargar a mis hombres que busquen a su verdadera madre, o podemos construirle un hogar en las afueras, aunque tal vez tengamos que encadenarlo para que no vuele hacia el castillo a buscarte-

La princesa sintió la decepción por primera vez en su vida, y ese sentimiento creció cuando sus propios padres apoyaron al príncipe tratando de convencerla para que se separase del dragón que desde pequeño había cuidado y con el cual había crecido.

Sentada en su habitación, mirando por la ventana al dragón volar bajo la luz de la luna, cazando murciélagos, la princesa tuvo que tomar una decisión entre lágrimas y sentimientos encontrados.

La princesa amaba a su pueblo, amaba a sus padres y a su tierra, sabía que era lo que tenía que hacer para proteger los intereses de su nación.

A la mañana siguiente la princesa salió del castillo llevando una espada consigo y se dirigió a donde estaba el dragón durmiendo. Tras algunas horas el dragón ya no estaba, tampoco la princesa. Cuando revisaron su habitación encontraron una carta de despedida manchada por lágrimas.

Por primera vez la princesa montaba sobre el lomo de su amigo y juntos cruzaron el océano, en busca de una nueva tierra donde pudieran vivir en libertad.

lunes, 10 de mayo de 2010

La Huída

Pétalos de la rosa que creció una sola noche para morir con el alba, viento que viajo del norte en busca de un sueño hacia el sur, lágrima de una longeva doncella que aguardó hasta la muerte el regreso de su amante, tierra del lugar donde se pronunciara un último adiós, las notas de una triste canción que se llevó el viento en una noche de despedida...

Todos los ingredientes se mezclan mientras la hechicera conjura su magia sobre un brebaje que resplandece con el fulgor de una luna azulada.

Fuera de la habitación el atardecer languidece con los últimos destellos naranjas. la noche se aproxima silenciosa colocando en los cielos las primeras estrellas que aguardarán el retorno prometido de su rey, quien desterrará por siempre las tinieblas y perseguirá la oscuridad hacia el poniente.

El viento silba una canción esperando que a la tranquilidad de la noche sus susurros adormezcan a las criaturas diurnas, saludando a quienes encuentran su hogar en las tinieblas.

Pero la noche no es silenciosa. Decenas de personas tocan a la puerta de la hechicera exigiendo que salga entre vociférios y blasfemias.

Paozelieth observa desde la ventana y sonríe amargamente. entre quienes a su puerta tocan con enérgica rudeza reconoce familiares y vecinos, amigos y amantes.

Allí está la anciana que moría el año pasado y cuyos nietos corrieron a buscar a la hechicera, pues el médico había cerrado su maletín, cobrado sus honorarios y se había marchado para dejarla morir. hablando con ella haciendo muecas de horror ante las afirmaciones de la anciana está su vecina, aquella que a mitad de la noche tocó en esa puerta que ahora intentan derribar, cubierta por una manta en busca de una forma de evitar que su esposo se enterara que en aquel flácido vientre llevaba el hijo de otro hombre.

Algunos hombres han arribado con hachas, entre ellos la hechicera reconoce a su fiel amigo, aquel que juró protegerle como agradecimiento por salvar a su esposa de la muerte. El sacerdote grita dando instruciones mientras llama a Paozelieth bruja, mounstruo, amante de satán.

Debajo del árbol el juez de la capital mira con satisfacción, cree que pronto tendrá una nueva esclava para torturar, violar, quemar viva. Pero seguramente él nunca había conocido a una verdadera hechicera.

La ley impide a Paozelieth usar sus poderes para dañar a cualquier persona, viva o muerta, así que escapará para comenzar una nueva vida. Pero no desea irse sola, esperará hasta el último momento antes de partir esperando que aquel que en su momento le juró amor venga a ella, cumpliendo su promesa de no abandonarla jamás.

Allí lo ve, entre la multitud. Él intentará entrar primero, ella lo sabe pues lo conoce mejor que nadie. Entonces ambos volarán lejos, montando al viento, descansando sobre la brisa de la mañana hasta encontrar un lugar donde el amor pueda germinar y nacer en una nueva vida.


Han derribado la puerta de madera y avanzan por el interior de la casa. Aun deben subir las escaleras para llegar a la última habitación. Se escucha la destrucción, los gritos. Entran por toas las habitaciones buscando objetos de valor.

Paozelieth escucha con tristeza como hurtan la herencia de sus antepasados, como aquellos que creía sus amigos se regocijan con los despojos de su muerte que ya dan por segura. De pronto un dolor agudo atraviesa su corazón, llenándole de lágrimas. Escucha el grito silencioso de la preciosa tortuga que le regalara su abuela cuando era pequeña. Le han hecho daño, está sufriendo. ¿Porqué?... es una criatura inocente incapaz de hacerle daño a nadie... ¿Porqué la lastiman?

La rabia se apodera de la hechicera pero no hay tiempo para hacer nada. El sacerdote y una veintena de hombres están ya atravesando la puerta de su habitación.

Con el vial en la mano la hechicera observa con rencor aquellos rostros familiares que ahora resultan totalmente desconocidos. Trata de ver en ellos vergüenza, pena, arrepentimiento, pero solo encuentra rabia y lujuria tras aquellos ojos.

Todos están en silencio, sosteniendo con manos temblorosas las herramientas caseras que han convertido en armas. A empujones entre ellos un joven se abre paso para llegar hasta el frente de la multitud.

Al verlo la mirada de Paozelieth pierde la fiereza que mantenía congelados a aquellos hombres. La esperanza, el agradecimiento, el amor inundan su corazón. el joven, atemorizado avanza unos pasos.

Con una sonrisa Paozelieth extiende su mano invitándole a acercarse. Ambos beberán del vial y huirán montados en el viento, agitando pequeñas alas azules que los llevarán hacia algún lugar en el mundo donde ambos puedan compartir la eternidad, donde puedan amarse hasta el amanecer y ver cada noche las estrellas que apacibles se mecen en el cielo.

Paozelieth sonríe al pensar en ese futuro, no importa haber perdido su casa, todas sus pertenencias, su vida, pues ahora estarán juntos siempre. Pero lo instantes pasan y él no se acerca. La expresión de alegría de la hechicera pasa a la duda y después  a desilusión cuando el chico retrocede y se oculta tras los hombros de sujetos robustos, con una expresión de pena y vergüenza.

-¡Aléjate de él engendro diabólico! ¡Perra de Satán! ¡Bruja engendradora de demonios! ¡Blasfema!-

Las maldiciones del sacerdote resonaban por las paredes mientras aquellos hombres tomaban valor para avanzar hacia la hechicera que se encontraba hecha un ovillo.

Paozelieth no lo escuchaba, no le importaba lo que sucediera. El dolor de su corazón ardía más que la hoguera en la que sería quemada por aquellos hombres sedientos de sangre, deseosos de infringir dolor y regocijarse con el sufrimiento. Seres miserables con moral retorcida que se escudan en las reglas de la fe para demostrar su verdadera naturaleza.

La hermosa hechicera llora amargamente golpeando los tablones de madera que recubren el suelo con furia. Con cada golpe resuena una sentencia que se incrusta en su corazón, una daga que traspasa la carne y rasga su alma sin atrravezarla por completo, infringiendo dolor sin matar.

"El amor es una mentira", "La amistad es solo conveniencia", "La bondad está recubierta de maldad", "El verdadero goce está en contemplar el sufrimiento de los demás"... Las ideas vuelan por la cabeza de Paozelieth y su alma suplica piedad, piedad para un corazón que siempre creyó en el amor, en la sinceridad, en la bondad de las personas. En un susurro pide a la noche que le proteja, que le haga no sentir este dolor.

La noche apacible e inalterable, fría y dulce que recubre los cielos acunando a las estrellas. la noche que no puede sentir dolor y alegría, que conoce todos los secretos de los hombres y acaricia con el viento las mejillas de quienes por el dolor no pueden conciliar el sueño.

Los ojos de la hechicera pierden el nácar enrojecido por las lágrimas y son llenados por el vacío de la oscuridad. Estrellas, constelaciones se dibujan en aquellas pupilas. Las largas uñas negras pierden dimensión y obtienen una inmensa profundidad, su oscuro esmalte es interrumpido por el brillo de millones de astros que a través de ellas se vislumbran.

Los hombres se acercan unos pasos blandiendo sus armas, deseosos de terminar de una vez y temerosos del poder de la hechicera. Su miedo es justificado, pues paozelieth comienza a gritar, expulsando todo el dolor de su pecho. Grita abrazándose a sí misma, con la frente enclavada en el suelo y las rodillas dobladas bajo la negra falda.

Con el primer grito de dolor todos los objetos de la habitación son expulsados y adheridos contra las paredes. Algunos hombres son proyectados a través de la puerta y, una vez del otro lado, se levantan y echan a correr escaleras abajo sin detenerse a pensar en que fue lo que les sacó de la habitación.

El sacerdote y el juez no corren con mucha suerte. Sus cuerpos son adheridos a las paredes y son incapaces de moverse al igual que otros hombres que se encontraban alejados de la puerta. la mano derecha del sacerdote con la cual en un principio sostenía un crucifijo de plata con hermosos decorados barrocos e incrustaciones de jade y onix ahora está sangrando. Cristales del vial impregnado de aquel líquido azul se han incrustado en su palma y un calor ardiente recorre su palma. El juez, que está a su lado, comienza a gritar con terror mientras contempla aquella mano, pues los dedos están retorciéndose, cambiando con dolor y uniéndose en un solo apéndice. Los poros se abren y de ellos brotan minúsculos cañones que van creciendo y desarrollando las azules cerdas que les dan aspecto de plumas.

El sacerdote se da cuenta y el terror intenta apoderarse de él. Pero recitando un rezo mantiene la suficiente cordura para poder girar sobre sí mismo y reptar por la pared hasta llegar a la puerta, arrojándose en picada por ella.

Es expulsado por la abertura. Adolorido se levanta, arranca una cortina y la usa para cubrir su brazo que ha crecido al doble de su tamaño y se ha forrado de plumas azules. Tras asegurarse de que nadie podrá verlo, echa a correr también, abandonando a su suerte a quienes no pudieron escapar.

Solo un joven valeroso se planta en la entrada y, reuniendo toda su fuerza, intenta avanzar hacia la hechicera. Sus cabellos se agitan violentamente al igual que sus ropas cual si un fuerte viento soplara desde la hechicera. Pero el aire está intacto. Aquella fuerza que de Paozelieth emana intenta alejar todo y a todos.

Sin embargo el joven avanza hasta ella y logra poner la palma de su mano sobre el hombro de la hechicera al tiempo que su voz en tono consolador le habla al oido.

-Basta Pao, se ha terminado, es momento de responder por los pecados-.

Paozelieth puede reconocer el tacto de aquella mano. Es aquella misma mano que alguna vez recorriera su espalda, acariciara sus pechos. Esa voz es la misma que alguna vez pronunciaran frases que le hacían sentirse feliz, amada. Esos labios son los mismos que recorrieran su cuerpo y le susurraban al oído "te amo", "siempre estaré contigo", "te seguiré siempre, no importa lo que suceda".

El dolor se convierte en ira. un solo movimiento y aquellas uñas de oscuridad nocturna atraviesan el pecho del joven, rasgando y hundiéndose en su cuerpo, dejando un solo corte negro, profundo. La fuerza que expulsaba a todos se ha detenido, pero nada se mueve. el tiempo ha dejado de existir, la distancia se ha vuelto subjetiva. La realidad se disuelve conforme se acerca a la herida que sostiene el aterrorizado e inerte joven que no ha tenido tiempo de apartarse.

La herida es pequeña y profunda, rasgando cuerpo, alma, tiempo, infinito y realidad. Por ella no cabe una sola hormiga y el universo entero podría entrar con facilidad. En aquella abertura Paozelieth ve un universo nuevo, una realidad vacía, sin odio ni rencor, sin amor ni desilusión, un universo sin realidad en donde comenzar de nuevo y terminarlo todo.

Dejando todo atras, sus ropas, sus sentimientos, sus pensamientos, la hechicera, poderosa y hermosa, atraviesa aquella abertura, dando la espalda por siempre a un universo, a una realidad que no hizo sino causarle sufrimiento, que le desgarró el corazón. Una terrible realidad se queda atrás, y un nuevo comienzo le espera al frente.

Se dice que en un poblado olvidado existe una casa muy antigua cuyos constructores se escapan a la historia, pues toda información sobre ella se perdió tras un pacto de silencio y la quema de toda documentación existente hace uno quinientos años, todo ello impulsado por los deseos fanáticos de un sacerdote manco que temía poner un solo pie en esa casa. Una pared sella la entrada a una habitación. Una vez unos adolescentes intentaron abrir aquel cuarto para saber que se ocultaba, pero no encontraron nada. Por cualquier lado que perforaran la pared solo podían ver el exterior de la casa. Aunque el espacio está allí, la habitación simpleente no existe.

Nadie puede explicar ese fenómeno, pero algunos dicen que si se escucha atentamente a mitad de la noche, se pueden apreciar las voces de hombres pidiendo auxilio, piedad y perdón.

jueves, 29 de abril de 2010

Historias olvidadas

El tiempo ha pasado y muchas historias quedan sin ser contadas. El devenir de los acontecimientos nos abruman con su velocidad y debemos movernos entre la bruma de la indecisión esperando a que pase la tormenta y el viento deje ver las ruinas que marcan lo que una ves fuimos.

Así las historias quedan sin contarse, los sueños sin cumplirse y el dolor es lo único que prevalece en los corazones que erran en su proceder.

Allá en la playa una niña levanta al vuelo un globo impulsado por la llama que ilumina sus propios sueños y deseos, llevándose consigo deseos imposibles y sueños incumplidos.

Observándole, un caballero que ha olvidado su armadura se ha sentado sobre la roca, mirándole y pensando en lo que fue, preguntándose el porque esta allí, mirando sin tomar una espada y salir a matar un dragón. Ya no hay dragones, la guerra terminó y ahora que es un hombre común se pregunta que será de él. "tal ves", pensaba, "cuando las heridas se curen habrá nuevos sueños, nuevas batallas y la gloria al final del tortuoso camino". Pero ahora ya no hay heridas en su cuerpo, ya no hay dolor en su corazón, pero los sueños no han vuelto y el futuro se esfuma en el mar de las posibilidades.

En el hombro del caballero, recostada, un hada mira las nubes en el cielo. Ha perdido la pista que le llevaría al mundo morado y se pregunta como podría pintar las nubes de color púrpura, apagando su desolación con una sonrisa.

Junto a ellos, mirando el reflejo del sol sobre las aguas una princesa sin reino susurra una canción al tiempo que se pregunta qué es lo que debe hacer de ahora en adelante.

Las aguas del mar se han vuelto saladas, pues su reina no para de llorar.

Cien historias que no se contaron, mil lágrimas que se derramaron y un destino que sigue su curso sin pararse a mirar a quienes atroella a su paso.

sábado, 10 de abril de 2010

Estrellas Errantes

Las barras de acero se hunden en el calor del horno dejando notar su naturaleza oculta. Bajo ese incandescente anaranjado el metal se convierte en una ardiente agua que el caballero toma con cuidado usando las pinzas.

Un hada contempla desde la viga que sostiene el techo como el caballero martillea el acero extendiéndolo y doblándolo sobre sí mismo, agregando un polvo negro entre cada doblez.

-¿Tienes ya ese polvo amarillo?- grita el caballero.
-Lo dejé allí, a tu derecha- responde el hada señalando con su pequeña mano un pequeño rasco marrón.
-Gracias, esta será la última del día-

El hada retoma la escoba que tenía entre sus manos y continua sacudiendo el polvo de su pequeño laboratorio improvisado sobre aquella madera. Botellas y matraces creados con la delicada tela del ala de una libélula contienen las pociones que el hada va creando a fin de dar sus mágicas propiedades a las espadas que el caballero forja en el taller.

domingo, 4 de abril de 2010

El Sueño de la Emperatriz



El cielo se torna oscuro hacia el este mientras que múltiples tonos rojizos se multiplican entre las nubes del oeste, jugueteando con las blanquecinas volutas de algodón que adornan cual floreado jardín al cielo sobre la ciudad.

Karen ha llorado toda la mañana y ahora que la tarde llega a su fin los párpados no pueden seguir conteniendo a la vigilia. Harta de la realidad, la pequeña niña se recuesta en su cama en busca de abandonar este mundo, un mundo donde las personas te aman pero te hacen llorar, un mundo donde los amigos están siempre allí, pero ellos también soportan sus propias penas. Un mundo donde el aire se respira, donde el agua se bebe y donde la soledad te agobia incluso entre la más apretada multitud.

La hermosa Karen deja caer los párpados que no quieren llorar más, siente su cuerpo pesado y poco a poco se sumerge en un sueño púrpura.

Desde un punto perdido entre la singularidad y la inexistencia una ventana se ha mantenido abierta. Tras de ella Paozelieth, la hermosa hechicera negra ha estado observando a la pequeña Karen desde hace largo tiempo.

Aquella triste maga cientos de años atrás abandonó la realidad para comenzar a vivir en un mundo extraño y distante, un mundo creado con su magia en donde el amor siempre estaba cerca y el dolor era solo una fantasía. Ella creó un mundo de oscuridad donde las personas cuidaban de la luz que había en sus propios corazones, encendiendo la llama de aquellos que perdían la fe y dando calor a aquellos a quienes la soledad les apartaba de la felicidad.

Pero Paozelieth sentía nostalgia por el mundo en que nació, así que un día abrió una pequeña ventana que le permitía mirar ese mundo. Las cosas habían cambiado, pero no demasiado, aquello por lo que ella se marchó aun seguía allí. Las personas aun odiaban, los amantes aun se traicionaban y las sonrisas seguian siendo opacadas por la tristeza.

Apunto estuvo la hechicera de cerrar definitivamente aquella ventana y olvidarse por siempre de aquel mundo inundado de realidad cuando escuchó una risa que provenía de lo más profundo de la ciudad más grande. Aquella risa venía directa del corazón, carente de toda malicia, una risa que no intentaba ocultar el dolor. Aquella risa no solo denotaba la alegría del alma, sino que contagiaba de felicidad a quienes le escuchaban.

Sonriendo mientras pensaba que aquel mundo tenía esperanzas si alguien aun podía espontáneamente reír de esa manera. Con una sonrisa de esperanza siguió cerrando la ventana cuando de nuevo llegó a sus oídos aquella risa.

Paozelieth quedó intrigada, no se trataba de una risa espontánea, sino de una persona capaz de mostrar su corazón.

Extendió su conciencia en el mundo en busca del origen de aquella risa y llegó hasta una bebé que en su cuna sonreía con cada latido de su corazón.

Desde ese momento la ventana siempre permaneció abierta y con cada nueva alegría de aquella niña de nombre Karen, Paozelieth sonreía; con cada lágrima Paozelieth sufría. Velando por ella y bendiciendo su gran corazón que a pesar de sus penas nunca se cerró, siempre se mantuvo abierto a pesar de las heridas, entregando amor y alegría incluso a aquellos que le hacían llorar.

Paozelieth le amaba por su fortaleza, pensando que si ella misma poseyera un corazón como ese tal vez nunca habría abandonado el mundo. Le lleno de dotes que nunca llevaron etiqueta, la magia de la hechicera guardaba a la niña de la desdicha, el peligro e incluso de la vejez, mas no así del dolor, ante el cual no existe poder lo bastante grande como para detenerlo.

Hoy Karen dormía después de haber llorado por alguien que había lastimado su corazón de nuevo. Paozelieth lloraba con ella.

La hechicera quería consolarle en su dolor. Una lágrima brotó de los ojos de Karen que ya dormía profundamente ente pesadillas. Fue entonces que, haciendo uso de su gran poder la hechicera extendió la mano a través de la ventana que unía a los dos mundos. Llevando un dedo hasta su amada niña tomó entre sus dedos aquella lágrima y con furia la torturó.

Provocando dolor al dolor, sufrimeinto al sufrimiento, pena a la pena, Paozelieth torturó la pequeña gota hasta que la misma se hizo un poco más grande y cristalina. la sal y el agua se solidificaron en un hermoso cristal de purpúreos tonos que resplandecía ante la luz.

La hechicera arrancó uno de sus cabellos y lo unió al cristal. Extendió nuevamente su mano hacia la realidad sintiendo como el aire desgarraba su carne y la luz quemaba sus huesos. Ella ya no era parte del mundo y este no la consideraba un grato huesped.

Así colgó el cristal en el marco de la ventana por donde un rayo de sol entraba implacable.

La hechicera perdió su brazo en aquel acto de amor, pero quedó satisfecha con el resultado. La luz pasó por entre el cristal y su halo se dispersó por todas las paredes de la habitación. En cierto punto sobre la frente de Karen todos los tonos morados se concentraron y dieron origen a una galaxia emplazada dentro y fuera de la realidad.

En esa galaxia todos eran morados y apestaban a incienso púrpura. Un inmenso palacio de sombras y paredes moradas se levantaba para albergar a la soberana de aquel universo. Karen, la Suprema emperatriz púrpura reinó por miles de años esa galaxia y los joycianos le aclamaban por su belleza, amor y sabiduría.

El reinado de Karen fue el más prodigo de todos hasta que un día, tras unos minutos de haber dormitado en su habitación, Karen abrió los ojos. La galaxia se esfumó en la improbabilidad y la hermosa niña estaba sonriente, todo su dolor se había esfumado y los vagos recuerdos de un reino morado aun perduraban ocultos en su mente.

Paozelieth se retiró a sanar su mano, el cristal se quedó siempre en aquella ventana haciendo resurgir aquellos mundos que cada atardecer esperan el regreso de su soberana. La ventana sigue abierta en algún punto de la singularidad y Karen aun sonríe y ama con todo su cora
zón.

viernes, 2 de abril de 2010

El reencuentro

-¡Apártate!,¡No se entrometa!- dijo el hombre al caballero que le miraba con fiereza blandiendo su espada.

Armados con palos, cuchillos y herramientas caseras las gentes del pueblo pretendían linchar a el hada que el caballero conociera en el bosque unos días atrás. Sus ojos furiosos iban de la pequeña criatura al caballero que aun sudaba por la larga carrera que hizo desde la punta del monte, llegando apenas un momento antes de que el hada sucumbiera ante la furiosa turba.

Con el sol tras la montañas tiñendo ya el cielo de purpúreos tonos el hada se mantenía tras el caballero, asustada pero con una mirada desafiante ante la multitud; el caballero, con su maltratada armadura y blandiendo su afilada espada con ambas manos se mantenía en posición y aguardó sin decidirse a atacar, esperando a que la turba se calmara.

domingo, 28 de marzo de 2010

Un Canto para Glond

Presuroso desciendes por los estrechos túneles que te conducen a las entrañas de la tierra. Avanzando por las encrucijadas, siguiendo las marcas que te dirigen hasta el refugio improvisado bajo la tierra. Tras algunos minutos la luz a quedado atrás y puedes sentir ya el calor que emana de la cámara principal que tú y tus hermanos han adoptado como un hogar temporal mientras permanecen en este mundo marchito.

Algunos de tus hermanos, exhaustos y heridos por la batalla, se han detenido a descansar entre las cuevas circundantes. Algunos están gravemente heridos, pero en definitiva todos sobrevivirán, no es tan sencillo matar a un demonio y los sanadores no tardarán en venir a buscarlos.

Cada vez que te encuentras con algún demonio intentas ver su rostro para saber si se trata de alguno de tus compañeros de escuadrón.  Pero ninguno de es medianamente conocido para tí.

Sonríes a aquellos que te dirigen una mirada y continuas adelante con prisa. Aun no sabes nada de tu escuadrón, tus nueve hermanos tuvieron que combatir sin ti ante los ángeles sin que tú pudieses enfrentarte a su capitán. Tienes razones de más para sentir preocupación por ellos.

El Canto de Gabriel

La multitud de ángeles que se congrega alrededor de la tienda de Gabriel es cada vez mayor. Todos esperan el mensaje que tiene que dar despues de cada batalla pero sobretodo desean saber cuando será el próximo enfrentamiento.

Por lo que he escuchado esta batalla ha sido particularmente sangrienta, muchos ángeles han muerto y otros tantos están heridos.

Aunque la cantidad de muertes no se asemeja en nada a las que hubo para ambos bandos al principio de esta guerra, hace mucho que la cantidad de muertos no era tan grande.

Observo desde el interior de la tienda levantada haciendo uso de  blancas telas que tejieran en su momento hábiles manos de una raza que hasta hace poco habitaba este mundo. Cuando las miro me pregunto si aquellos artesanos que las entretejían habrían imaginado que sus creaciones servirian de refugio a quienes trajeran la destrucción de su mundo.

sábado, 27 de marzo de 2010

Mi querido Árbol

Cuento escrito en coautoría con Paoz

La lluvia caía lenta mientras caminaba sin rumbo alguno. Era martes por la tarde, un martes cualquiera sin nada que hacer después de la escuela, no había sido el mejor día, no todo había salido tan bien como suele pasar. Sin embargo no siento tanto pesar al caminar por el malecón y sentir la lluvia sobre mi rostro, mientras personas desconocidas pasan a mi lado sin fijarse de que me encuentro aquí.
  
Después de caminar bajo la lluvia, decidí sentarme bajo mi árbol favorito, aquel que me ha visto crecer toda la vida, bajo sus ramas había un lugar seco, celosamente guardado para mí, protegido por las verdes ramas del árbol que esperaba mi regreso.
 

viernes, 26 de marzo de 2010

Princesa

Hace cuanto tiempo que juntos pasabamos las noches contemplando el aurora de un mundo que jamás existió?

En ese entonces me tomabas de la mano y juntos caminabamos por los oscuros bosques que nos llevaban más allá de la colina, hacia el mar que resplandecía en platedos destellos en una noche sin luna ni estrellas. Un viento soplaba desde ninguna parte agitando nuestros cabellos mientras juntos contemplábamos el amanecer.

Cuantos años compartimos nuestros viajes por las tierras del ensueño donde nuestras almas compartían alegría y felicidad, dando alivio a la soledad de un mundo agonizante.

La mañana siempre llegaba y la despedida era inminente, sin embargo siempre sonreías pues ambos sabíamos que pronto la luna nos permitiría vernos de nuevo y compartir una nueva velada juntos.

Todo fue así hasta el día en que deshonré tu nombre, quebranté tu amor en un momento de estupidez del cual me he arrepentido todos este tiempo.

Ese día te marchaste corriendo, alejandote de mí llevandote contigo toda mi ilusión y yo, apenado, acobardado, no corrí a buscarte para pedirte perdón.

Hoy me acuerdo de nuevo de tí y deseo que vuelvas a mis sueños, deseo volver a ver tus ojos en los que el destello del amanecer refulgía con la alegría del amor, deseo sentir tus tibias manos recorrer mi mejilla, deseo volver a besar tus delicados labios en cuyo aroma siempre se quedaban trozos de mi alma.

Hoy quiero pedirte que vuelvas a mis sueños, que me dejes escuchar esa hermosa voz que se perdía en el olvido cada mañana. Te pido que vuelvas a mi mente y me dejes rozar tu blanca piel que se estremecía con cada caricia. Te pido que me perdones y me dejes sentir de nuevo tus dorados cabellos resbalando por entre mis dedos. Te pido que vuelvas, hermosa princesa, y que con tu imagen alumbres de nuevo mis sueños y esperanzas.

Hoy recordé de nuevo tu figura, y recordé de nuevo que mi único deseo en esta vida es poder conocerte y poder pronunciar tu nombre.

Vuelve, hermosa princesa mía, vuelve a mis sueños y a mi corazón.

martes, 23 de marzo de 2010

Que fácil es decir "TE AMO"

Que fácil es decir "TE AMO" cuando tus labios no se separan de los míos.
Que fácil es entregarme a tus caricias y dejarme llevar hasta donde repiro tu aliento y bebo de tu piel.

Sin embargo mi mente detiene a este pobre corazón que se regocija ante tu presencia, le sostiene una débil cadena que en cada eslabón lleva marcado un pecado competido en nombre de un sueño que nunca pudo ser.

sábado, 13 de marzo de 2010

La Reina del Mar

El sol del amanecer dibuja la silueta de un hombre sentado sobre las rocas que sobresalen apenas de la tierra cual si fuesen un diminuto cabello que se levanta hacia el inmenso mar.

Con el medio día los rayos de sol escapan a la sombra de las nubes y hacen resplandecer una plateada armadura que aquel caballero aun porta, incapaz de olvidar su pasado.

Las estrellas de la noche le miran allí, sentado, contemplando el mar, escuchando la dulce melodía que traen consigo las olas en un susurro. Al principio el caballero pensó que aquella melodía era un producto de su imaginación, un deseo oculto por encontrar consuelo en aquellos días de dolor.

La Flama

Una flama se dibuja en mi mente. Su delicado brillo se posa sobre el pabilo de la vela que con un dulce beso encendiste aquel domingo por la tarde.

No ha pasado mucho tiempo de ello y aun es pronto para saber si la llama soportará encendida el azote del viento, la lluvia y las duras pruebas que el destino tiene deparadas para ella.

Esta noche vi esa llama, la vi doblarse, retorcerse, tomar fuerza de sí misma y dar vuelta sobre sí consumiendo todo a su alrededor. La cera se volvió contra la llama y le encerró en una delicada caja de cristal azul. la llama dejó de existir y se disolvió en los reflejos de aquella preciosa caja cuyos bordes despiden el calor de su fuego que aun sigue ardiendo.

A través de cada ventana que asoma desde la caja en todas direcciones se puede observar la llama ardiendo que ha dejado de existir, pues su esencia se ha desplegado más allá de la realidad, más allá de las posibilidades, más allá del universo y de la existencia misma.


Es la llama de nuestro amor que con un dulce beso encendiste aquel domingo por la tarde. Es una llama que arde en mí sin quemar, que ilumina sin deslumbrar, una llama que ha dejado de existir, pues la existencia misma no es suficiente para contenerla.

Lleva contigo esta delicada caja de cristal y contempla la belleza de su flama, que yo la tengo conmigo.

Solo una caja existe y ninguna flama hay en ella.

Imagen propiedad de LUZ

martes, 9 de marzo de 2010

Mírame

Mírame fijamente y no digas nada, solo mírame.

Clava tus ojos en los míos y desentierra con ellos todos los secretos que jamás fueron revelados ante nadie.

Mírame y déjame contemplar la belleza de tus ojos cafés, déjame disfrutar de ese hermoso brillo que les baña cada vez se posan en mí. Déjame perderme en sus profundidades y olvidar entre ellos todo el dolor del pasado. Déjame soñar con un futuro en el que tus ojos seguirán mirándome de esa manera tan especial.

Mírame, no digas nada y solo mírame. El amor que has sembrado con una caricia en mi corazón está germinando. Rocíale con tu mirada para que no se marchite, para que su verde retoño surja de las profundidades del dolor y sus raices se extiendan por todos los rincones de mi corazón.

Mírame sin detenerte y deja que ese árbol, más gradioso que Silpion, más hermoso que Laurelin, crezca más allá de mi pecho y embriague al mundo con su luz.

Mírame, no digas nada y solo mírame mientras mis dedos recorren tu cabello y mi palma te seduce con una suave caricia.

Mírame, y luego cierra los ojos, deja que mis labios se posen en los tuyos en nuestro primer beso de amor.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Hacia el mar

Aquella pequeña hada se introdujo en el corazón del caballero y con ternura acarició las heridas que doblegaban su voluntad y quebraban su espíritu.

Cuando aquella graciosa criatura volvió a salir se encontró con que el caballero, sorprendido ante tan hermosa aparición, le miraba fijamente.

En sus ojos ya no había lágrimas y una especie de sonrisa empezaba a dibujarse en su rostro, con lo cual la pequeña hada se sintió complacida de haber brindado un poco de alivio al triste caballero, aunque sabía bien que a ella no le correspondía sanar por completo sus heridas.

lunes, 1 de marzo de 2010

Hojas Secas

¿A dónde van las hojas de verano cuando el viento les arranca salvajemente de su hogar?

¿A donde van los sueños cuando el soñador despierta y se da cuenta que aun está en la realidad?

¿A donde va el amor cuando una promesa se rompe y el dolor inunda el corazón?

No lo sé... Solo se que el amor se fue y que no volverá... Solo sé que el dolor de mi pecho no cabe en él... que se fuga hasta alcanzar cada parte de mi ser buscando exterminar todo aquello que alguna vez fuera amor para convertirlo en dolor y pena.

Tal vez sea el Apocalipsis de mi corazón... Tal vez sea el juicio final de mis sentimientos o tal vez, solo tal vez, sea el final de mi propia existencia.

Porque soy una hoja azotada por el viento, porque soy un soñador sin sueños, porque soy un hombre con el corazón agonizante.

La soledad inunda mis sentidos y las lágrimas se agolpan luchando por salir. Pero ellas no saldrán. Esas diminutas gotas morirán conmigo en la soledad. El llanto no cesara, seguirá gritando dentro de mí, carcomiendo mis entrañas mientras busca la manera de salir.

Tal vez así encuentre mi corazón, lo devore por completo, lo destroce sin piedad hasta no dejar un solo pedazo de el.

Tal vez así muera este corazón que tanto me duele... tal vez así muera yo con él.

viernes, 26 de febrero de 2010

¿Cuanto hace ya?

¿Cuanto hace ya que tus labios no se posan en los mios?
¿Cuanto hace ya que tus ojos no se posan en mí?
¿Cuanto hace ya que tu voz ya no pronuncia mi nombre?
¿Cuanto hace ya que en tu futuro no estoy yo?

Miro por la ventana y el reflejo me devuelve tu rostro, Miro el horizonte y no te puedo ver. Junto a mí el aire frío invade el lugar que te correspondía por derecho y en mis sueños falta siempre la parte más importante: Tú.

¿Cuanto hace ya que te ví por última vez?
¿Cuanto hace ya que con lágrimas en los ojos me dijiste adios?
¿Cuanto hace ya que el teléfono no suena con tu voz?
¿Cuanto hace ya que amanezco pensando en que no volverás?

Camino por las calles vacías que se llenan de personas desconocidas y ninguna eres tú. Viajo a los confines del pensamiento buscando una palabra, un verso, una canción que te devuelva junto a mí y no puedo encontrarla. Añoro el pasado cuando mis sueños se inundaban con tu presencia y todas mis esperanzas se resumían en verte sonreír.

¿Cuanto hace ya que no viajo kilómetros sólo para verte?
¿Cuanto hace ya que no mentimos al mundo solo para pasar una noche juntos?
¿Cuanto hace ya que mi alma no siente la felicidad de tu sonrisa?
¿Cuanto hace ya que tu amor no es para mí?

Levanto la cara al cielo y no puedo contener las lágrimas. Cierro mi mano y me enfurezco porque entre mis dedos no están los tuyos. Me pierdo en la locura, río, pienso, lloro, grito y no hay nada que valga la pena en verdad.

Te has ido para siempre y no puedo hacerte volver. He perdido, he perdido todo lo que deseaba y añoraba... te he perdido a tí.

miércoles, 24 de febrero de 2010

La Bestia de Metal

Las sombras se agolpan tras de mí mientras la feroz bestia me aparta de su lado.

Quisiera descender por aquellas escalinatas y enfrentarme al río de asfalto que corre tras el ultimo escalón poniendo distancia entre mí y la mujer a la que amo.

Siento el viento frío que entra por las ventanas mientras la bestia ruge con furia avanzando implacable. Miro atrás por un momento y aun puedo verla. Sus ojos cafés me miran y su rostro me sonríe. Casi puedo escuchar su voz diciéndome "Adiós... ve con cuidado".

Quisiera escapar de allí, de mi propio destino. Saltar por la puerta arrojándome a la suerte. Sentir el dolor de la piedra y los cristales lacerando mi piel. Sentirme caer y rodar por el camino mientras el monstruo, ignorante de mi ausencia, continua su camino.

Levantarme con mi cuerpo ensangrentado y correr hacia atrás, hacia donde está ella y abrazarla mientras le juro que nunca, jamás, me apartare de su lado.

Pero soy presa de mis propios miedos, tengo miedo al futuro y al destino incierto. Temo a que la muerte me arranque por siempre de su lado.

La sigo mirando y no puedo mas que intentar sonreír y despedirme con una señal en mi mano.

Mañana volveré con ella, subiré a la bestia de metal que ruge feroz mientras recorre el asfalto con sus garras de caucho. Mañana estaré con ella hasta que la oscuridad de la noche nos separe de nuevo.

Me quedo mirando hasta que las tinieblas opacan su figura y su rostro se pierde en la lejanía.

Tomo asiento junto a alguien desconocido y cierro los ojos soñando con el día en que todo sera distinto.

lunes, 22 de febrero de 2010

[Negro] SANTUARIO

El ángel te mira atentamente desde aquella roca. La herida de su pecho parece ser profunda, pero definitivamente no es letal, aunque seguramente le será una gran molestia durante el combate.

Tu contrincante parece estar agotada por la lucha de hace unos instantes y, al reaccionar después de tí durante la caída, habrá tenido que forzar más sus alas y puede que esté lastimada de allí también. Sin embargo se ve fuerte y la lucha se podría alargar durante bastante tiempo.

Pero tu mayor problema ahora es el propio lugar de la contienda que ha resultado ser el único sitio en todo el mundo donde no deseabas pelear.

[Blanco] SANTUARIO

Frente a mi se yergue el demonio listo para atacar. Sus amarillentos ojos observan los alrededores sin dejar de prestarme atención. Pareciese estar reconociendo el lugar donde se encuentra.

Seguramente el nunca antes había pisado este lado del valle. Tampoco creo que aprecie la belleza que sutilmente impregna cada hoja y cada tallo que tapiza el suelo del santuario. Seguramente no es capaz de entender el pacifico canto del río ni la tranquila melodía del viento que se escuchan entre las rocas y el viejo árbol muerto. Para el todo lo que hay a su alrededor no sera mas que una ventaja o desventaja estratégica. Solo le interesa matar y destruir.

[Negro]NIEVE Y FUEGO

La suave brisa del viento agita el cabello sobre tu cabeza arremolinándolo, jugueteando con las asperas cerdas de color negro, .trayendo consigo el perfume que emana de las flores mas allá de la colina, en el cercano recinto natural del que has hecho tu santuario.

No te agrada eso, la batalla transcurrirá demasiado cerca de aquel lugar que tanto aprecias. En un simple descuido, en un giro inapropiado del destino la batalla se movería hasta el campo de flores, dejándolo  marcado por siempre con la sangre y el horror de esta guerra inútil.

Ya no tendrías un lugar a donde ir tras la batalla, un lugar que te hiciera olvidar por un instante los horrores de la guerra. El agua del rió ya no podría consolarte mientras lloras por tus hermanos caídos. El viento ya no secaría tus lágrimas ni se llevaría consigo el dolor que te produce esta lucha por una libertad que esta tan lejana y que tal vez nunca llegara.

Pero por ahora no puedes hacer nada sino esperar a que comience la batalla y entonces luchar, luchar contra el enemigo con toda tu fuerza esperando que la batalla termine antes de que se extienda hasta las hermosas flores que por las noches sueltan su dulce fragancia, donde el viento susurra una canción de paz y el arrollo, con sus cristalinas aguas corriendo incesantemente, te acuna en las noches sin luna.

[Blanco] FUEGO Y NIEVE

Un fuerte viento se levanta desde la base de la montaña agitando las plumas de mis alas blancas.

A mi lado Ensiael se encuentra pensativo mirando al enemigo. Goliel no cesa de sacar brillo a su lanza en un intento desesperado por calmar su nerviosismo. Hinel mantiene una charla vanal con Yael y Cloel a poca distancia de mi, aunque apenas puedo entender lo que dicen.  Samuel y Sintael se encuentran detrás, en silencio. Desconozco donde se encuentren los demás miembros de mi equipo, perdidos entre los miles de ángeles que comparten con nosotros la cima de la montaña.

Hace días que nos encontramos aquí apostados  esperando la orden de ataque, casi el mismo tiempo que llevan los demonios en el fondo del valle preparándose para nuestro ataque.

-Son muchos- dice de pronto mi capitán que no desplaza un solo momento la mirada del enemigo.

domingo, 21 de febrero de 2010

El hada

Entre los regios matorrales, entre las sombras que se ocultan bajo los ramales de un bosque muerto un caballero llora.

Sus lágrimas resbalan por la maltrecha armadura y su llanto ha ahuyentado a todas las criaturas que aun quedaban a su alrededor.

Con furia golpea el suelo haciendo mella en sus abollados guanteletes y arroja su espada ante el abismo que se presenta imponente ante él.

El caballero llora porque ha fallado. Juró dar su vida por una causa, por un sueño y por un amor. Toda su fuerza y dedicación la entregó a sus ideales cuando orgulloso se decía a sí mismo: "Cuando llegue el momento, moriré dentro de la gloria que para mi destino está reservada".

sábado, 20 de febrero de 2010

Rosa

Camino por las calles de la gran ciudad sin ningún rumbo en particular.

Las personas pasan velozmente junto a mí sin detenerse, sin saludar, sin dedicarme algo más que una mirada hostil o un insulto para alguien que no camina con la velocidad de los habitantes habituales de la urbe.

Por un momento me detengo sobre un puente y observo los autos pasar bajo mis pies. Todos tienen un lugar a donde ir, algo que hacer, algo que decir. Yo también suelo ser así, pero justo ahora no hay nada que me interese hacer, nada que me interese decir, nada que me interese ver.

jueves, 18 de febrero de 2010

Gotas de Lluvia

La lluvia cae incesantemente tras la ventana. Las gotas se precipitan rápidamente para encontrar su final entre lo que queda de todas aquellas que les antecedieron.

El agua se acumula y va formando pequeños ríos que siguen su camino, recogiendo en su trayecto a todas aquellas hermanas suyas que tengan la gracia de unirse a la encomienda de emprender la larga travesía que les llevará hasta el mar una vez más.

Las gotas de lluvia caen y se estrellan contra el cristal de la ventana, quedando solitarias, impedidas de alcanzar el destino que, de cierta manera, anhelaban.

Presentando

Este blog es para presentar diferentes relatos que no encuentro donde más colocar... será un desastre de organización, pero será el más activo de todos.
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